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jueves, 8 de abril de 2010

Ángel de amor - Maná (MadaraxItachi)




¿Quién te cortó las alas, mi ángel?
¿Quién te arranco los sueños hoy?
¿Quién te arrodilló para humillarte?
¿Y quién enjauló tu alma, amor? 

Itachi cayó al suelo de nuevo… estaba cansado, exhausto, no sólo el recuerdo de la muerte de su familia lo torturaba, si no ahora también aquel viejo golpeándolo una y otra vez. Él lo llamaba entrenamiento…


-Debes ser más fuerte Itachi, levántate…-


Apenas podía mantener tensos los brazos para sujetar parte de su cuerpo, le temblaban por la carga del mismo que ya no podían aguantar… Sus piernas fallaban cuando intentaba ponerse de pie… Otro golpe que hizo que esta vez no pudiera levantarse.


-A este paso… nunca podrás llevar a cabo tu misión…- Itachi no tenía si quiera fuerzas para esconder aquellas lágrimas que se deslizaban por sus mejillas. Madara se alejaba de nuevo a aquella cabaña en mitad del bosque.


Déjame curarte vida
Déjame darte todo mi amor
Ángel, ángel, ángel de amor
No te abandones,
No te derrumbes amor


Tras un rato… Itachi consiguió ponerse en pie y volver a aquel lugar al que debía llamar hogar de momento. Madara permanecía allí, preparando seguramente la cena, sin ni siquiera mirarlo le ordenó que fuera a abañarse… “Debía dar asco” Itachi guardó sus ansias de desaparecer de aquel lugar, y obedeció… ¿de qué serviría huir…? Podría encontrarlo antes de que llegara a los 500 metros de distancia. Estaba totalmente amoratado, se acumulaban junto con las palizas de días anteriores. Desde que acabó con el clan, Madara había aparecido y se lo había llevado por la fuerza a aquel lugar. 


Después del baño, como siempre Madara podía perder algo de su tiempo cuidando a aquel crío… Hacía lo posible por que las heridas se curaran lo más rápido posible, Itachi se preguntaba siempre por qué después de cada entrenamiento le dedicaba esos minutos a curarlo, ¿Por qué lo hacía?


-Si sigues esforzándote, un día podrás alcanzarme…- Madara siempre le decía lo mismo, mientras Itachi miraba que le hacía y callaba.- Pero debes confiar en ti mismo, siempre habrá alguien por encima de ti, pero este nunca será invencible…- Tras esto se levantó y se dirigió a la mesa, invitó al pequeño a sentarse y comer junto a él.


Quien ató tus manos, ató el deseo
Quien mató tu risa, mató tu dios
¿Quién sangró tus labios y tu credo?
¿Por qué lo permitiste ángel de amor?


Y, tras la cena… Mientras Itachi recogía la mesa, se sentaba y leía algunos pergaminos; sólo dejaba que Itachi se quedara con él algunos minutos, siempre a la misma hora, lo mandaba a la habitación a dormir. Aquella noche Itachi se despertó de pronto, con el Mangekyou Sharingan activado y sus lágrimas se mezclaban con la sangre que emergía de sus ojos. Madara acababa de llegar a la habitación cuando se vio a Itachi gritando y asustado, empapado en un sudor frío. Madara se apresuró y lo agarró de las muñecas mientras lo tranquilizaba, lo abrazó diciéndole que todo había sido una pesadilla y que se tranquilizara… Itachi lo abrazó muy fuerte mientras intentaba calmar aquellas lágrimas.


-Lo siento… - susurraba el pequeño aún entre el sueño y la realidad, Madara acarició su cabeza y lo miró a los ojos.


-Cálmate… Ya está…- Lo besó en la frente, cómo todas las noches solía hacer, Itachi se acurrucó aquella noche en su regazo buscando protección.


“A pesar de todo… sólo tiene 13 años…” Pensaba Madara mientras acostó de nuevo a Itachi en la cama, y él se quedaba a su lado, por orden de aquel pequeño, que aferrándolo con fuerza le pedía quedarse a su lado… Inconscientemente Itachi lo abrazó mientras soñaba, 
Madara por un instante se alteró, dejando aquella noche que el pequeño fuera caprichoso. Aquellas manos llenas de sangre invisible se apoderaban de la mente del mayor, aquel asesino a sangre fría se derretía muchas noches por una simple pesadilla cargada con los recuerdos del pasado… Madara se irguió un poco para ver si se había dormido, y por último, besó aquellos cálidos labios una vez más.


Déjame curarte vida
Déjame darte todo mi amor
Ángel, ángel, ángel de amor
No te abandones,
No te derrumbes amor


El día que continuó no fue muy diferente a los demás, salvo por el hecho de que el pequeño diablillo había ganado mucha resistencia, ya no le era tan fácil derrotarlo, Madara se sintió orgulloso por aquel aprendiz capaz de engañarlo, no obstante, al final el resultado no varió demasiado, tras tumbarlo en el suelo, Madara lo cogió en brazos, y se lo llevó, curó sus heridas primero, y lo mandó a bañarse. Tras la cena, Madara le dedicó unas palabras que a Itachi le parecieron entre una tortura y una bendición.


-Si consigues vencerme mañana… Podrás irte de aquí…


-¿Es serio?- A pesar de que por un parte lo ansiaba, otra parte de él le debía su nivel de ahora como ninja, le debía el hecho de que lo había cuidado y protegido de Konoha, podría tener 13 años, pero no era tonto…


Aquella noche Madara no tardó en irse a dormir tampoco, Itachi aún no se había quedado dormido cuando él se acostó dándole la espalda, Itachi se levantó y lo miró.


-Madara… ¿Qué ocurre? No es normal que vengas tan pronto…


-No pasa nada, estoy cansado…- Todo mentira, sabía que ese crío lo derrotaría mañana, pasar todo el tiempo posible a su lado… Eso era todo lo que quería ahora.


Itachi salió de su cama y se quedó de rodillas mirándolo.


-¿De verdad me puedo ir?


-Ya te lo he dicho…


Itachi se quedó mirando a Madara agachado, acorralándolo entre sus brazos y sus piernas, Madara se giró impactado para mirarlo a esos ojos de sangre que le mostraba.


Ángel, ángel, ángel te doy mi amor
Abre tus alas, deja tus sueños volar
Ángel, somos arena y mar
No te abandones...
No te derrumbes amor


-¿Qué estás haciendo?- le preguntó


-Cada noche, antes de dormir me haces lo mismo… ¿por qué?- Madra no pudo evitar poner aquella cara de asombro, el chiquillo no estaba durmiendo, lo había descubierto.- No creas que no lo sé, contéstame…


-Y si lo sabes… ¿Para qué quieres que te lo diga?- Madra había aprendido a evitar y a adelantarse a los rápidos cálculos del niño prodigio.


-Quiero que me lo digas…- Madara no le dijo nada, pasó sus dedos por los labios de Itachi mientras él se alertaba de cada uno de sus movimientos, Itachi se apartó un poco de él, cerrando los ojos y se irguió lentamente; Madara lo evitó cogiéndolo de una de sus muñecas y de la cabeza y lo besó de nuevo.


-Maldito crío… - dijo mirando esos ojos tan sorprendidos, 
Madara se giró dejándolo a él en posiciones inversas, Itachi estaba algo asustado, pero su maestro le había enseñado a no mostrar nada en su rostro, simplemente le retuvo la mirada, provocándolo más aún. –Si sigues mirándome así te haré daño, Itachi… deja de provocarme…


-Tu me dijiste que no mostrara mis sentimientos a trasvés de mi rostro, fuesen lo que fuesen…


-Eso ya lo hacías siendo ANBU, ¿no?- tenía razón, Itachi aparto la mirada ligeramente


-Yo también soy un hombre…


-No, yo soy un hombre y tu eres un crío…- Itachi cerró los ojos muy fuerte cuando éste empezó a lamer suave e incitantemente su cuello y sus labios. El rubor de Itachi fue algo que no pudo evitar, y eso mismo divertía a Madara- Dijiste que no mostrarías nada…- Le dijo con una voz aún más sensual. Itachi de vez en cuando pataleaba un poco o se aferraba fuertemente a Madara mientras lo iba desnudando. El pequeño imitaba como podía lo que hacía él, para sorpresa de Madara, Itachi fue capaz de quitarle la camisa y hacer el amago que bajarle los pantalones. 


Madara sonreía débilmente mientras se reía para sí mismo mientras veía aquella preciosa imagen, aquel niño se había convertido en un chico capaz de continuar con aquello. En seguida tomó el control y habiéndolo desnudado por completo, lo excitó tocándolo y lamiendo su cuello, preparándolo para él; el pequeño se sentía totalmente derrotado, inmóvil, él notaba como Madara iba acercándose a él y eso lo asustó. Intentó tranquilizarlo echándose atrás y siguiendo con las manos, introdujo el dedo corazón en Itachi para que se fuese acostumbrando.


-Duele…- dijo entre sollozos y gemidos.


Ángel, ángel, ángel te doy mi amor
Abre tus alas, deja tus sueños volar
Ángel de amor
(Pero mi amor ya nunca te derrumbes)


-Te dije que si seguías mirándome así te haría daño… tranquilízate, no hagas fuerza o dolerá más…- Itachi se aferró a los brazos de Madara y se dejó hacer, este aprovechó para seguir provocando al pequeño mientras se introducía en él. Los gemidos, y el dolor que sintió fue inevitable, Madara intentó calmarlo continuando con sus manos, y lamiendo su cuello. Paró por un momento para ver el rostro de Itachi, sus ojos derramaban lágrimas y su boca estaba entre abierta con los ojos cerrados; lentamente los abrió al sentirse observado y lo miró. Madra agarró ambas piernas de Itachi y las levantó un poco, haciendo que éste se sorprendiera más y lo reflejase en su rostro, Madara empezó con una serie de embestidas haciendo que Itachi llegase a taparse la boca y a ferrarse a él sin saber muy bien que hacer. Lo que ya no pudo soportar es que Madara lo masturbase mientras lo embestía.


Ángel de amor
(Pero mi amor ya nunca te derrumbes)
Ángel de amor
(Pero mi amor ya nunca te derrumbes)
Ángel de amor
(Pero mi amor ya nunca te derrumbes)


Madara se apartó mientras observaba la imagen del pequeño agotado y su mano afectada por los líquidos de Itachi. Le dedicó una mirada cómplice, se acercó a él y lo besó en la frente.


-Buenas noches, Itachi…- después de eso, no tardó en dormirse, Madara se debatía si perder o hacer lo posible por ganar, aquel crío lo había invadido por completo. Se tumbó junto a él, lo abrazó y ambos se quedaron dormidos.


La batalla del día siguiente fue dura para ambos, parecía mentira lo que había pasado la noche anterior, ninguno de los dos le daba cuartel al otro, Itachi cogió ligeramente la ventaja y fue derribado por un golpe, Madara se acercó a él dispuesto a darle el golpe de gracia, pero, se paró en seco… Su rostro cambió de odio a nada, a pesar de todo... no pudo vencerlo al aparecer en su mente la imagen de lo que había pasado. Itachi se levantó al ver que Madara no hacía nada, y en un leve susurro, Madara le dijo que se fuera de allí.


Obedeciendo las ordenes de su maestro Itachi recogió las pocas cosas que tenía y se fue de allí… Entró en la organización Akatsuki y, durante algún tiempo se reencontró de nuevo con él, más poderoso y más tentador que la última vez.

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