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jueves, 2 de septiembre de 2010

Con mis manos



Cuando estas, Ya no están los demás,
Cuando te vas, Tengo ganas de llorar,
Perdía en el sillón de mi cuarto pienso en ti con mis manos.

Allí estaba de nuevo, pensando en aquel que la había abandonado, pensando en él y en cómo la abandonó, llorando por el recuerdo de que nunca volvería, sentándose en aquel sillón que había frente a la cama dónde tantas veces se había acostado con la persona a la que amaba sobre todas las cosas, y simplemente se dejó llevar por el recuerdo.

Que hacer, no tengo ganas de salir,
por que siempre tienes que huir
Perdía en el sillón de mi cuarto pienso en ti con mis manos.
Por casa día que pasa en casa, ella tiene menos ganas de salir, siempre perdida en aquellos días, en aquella amargura que aún le acompaña, siempre que las cosas se ponían mal, él huía, ¿por qué? De de nuevo en aquel sillón, casi sin darse cuenta volvía a acariciarse.

¡Una y otra vez que barbaridad!
El no controlar la forma de parar.
Se dio cuenta que todos lo días hacía lo mismo hasta caer en la rutina de no poder parar, perdida en los recuerdos de aquella cama, sumida en sus fantasías en sus recuerdos, en su placer perdido. Aquello acabó siendo frustrante para ella.

No pienso llorar, de eso ya me canse.
Hoy voy a chillar, voy a andar con mis pies
No pienso llorar, de eso ya me canse.
Hoy voy a chillar, voy a andar con mis pies
Y después de unos días se despertó retó a su propio cuerpo, a su pasión, estaba harta de acabar llorando cada vez que sentía llegar a ese orgasmo provocado por los recuerdos de alguien que no volvería a estar en su vida. Aquella mañana abrió las ventanas de su habitación y gritó que era libre, que se había acabado aquella prisión e recuerdos. No pensaba volver a llorar por un estúpido motivo, aquella mañana salió a la calle y caminó sin rumbo por aquella gran y preciosa ciudad.

laralaralaralaralalaaaaa
laralaralaraaaaaa.
No le importaba a donde le guiaban los pies, no importaba dónde llegase, simplemente cuando llegase la hora volvería a casa, debía comprar algo para comer, y listo, la cuidad era suya, se negaba desperdiciar aquellos días tan bonitos de primavera.

Otra vez, He hecho comida para dos,
otra vez, me ha parecido oír tu voz,
otra vez, empiezo a deslizarme en el sillón, para darle a mi imaginación.
Te pienso, rodeándome,
te siento, adentrándote.
Perdía en el sillón de mi cuarto pienso en ti con mis manos.
Y, sin darse cuenta se había pasado comprando, había preparado mesa para dos, preparó dos platos y casi llamó a aquel tipo que no estaba en casa para que viniera a la mesa… Se quedó parada por un momento y se paró en seco… Aquello le quitó el apetito y la obligó a parar en el sillón de la tele para encender la tele, sentía los brazos de él abrazándola por la espalda, deslizando sus manos junto con las suyas para colarse entre el pantalón, sintiendo como se adentraba en ella. Otra vez vagaba en aquellos recuerdos sin sentido y volvía a tocarse hasta perder su voluntad.

¡Una y otra vez dulce barbaridad!
El no controlar la forma de parar
no pienso llorar, de eso ya m canse,
hoy voy a chillar, voy a andar con mis pies.
No pienso llorar, de eso ya m canse,
hoy voy a chillar, voy a andar con mis pies.
De nuevo perdida en el pecado del deseo, y seguía sin entender por qué, ya no era él en quien pesaba, sólo se dejaba guiar por lo que su cuerpo pedía, un dulce placer que ella decía todo tal y como lo quería. Había dejado de llorar, de sentirse idiota, de pensar que aquello era horrible, todo eso se había acabado estaba cansada de eso, Ahora sería fuerte y se valdría por ella sola, no necesitaba a nadie que le hiciera más daño, se levantaba con energía cada mañana, se vestía y salía a la calle a ser feliz.

Laralaralaralara la la…
Paseaba por las calles de la ciudad como si esta estuviera hecha para ella, perdida en su felicidad, nadie iba a sacarla de aquel recuerdo, nadie más que ella misma, ya no necesitaba ninguno de sus recuerdos, se había olvidado en el pasado. Era libre de todo.

Cuando estas, ya no están los demás,
cuando te vas, tengo ganas de llorar,
perdía en el sillón de mi cuarto pienso en ti con mis manos
Cuando está sola en el sillón, no ha nadie más, solo ella su cuerpo y su deseo, cuando acaba, a veces vuelve a tener ganas de llorar, la soledad se vuela hacer notar y cuando eso pasa, vuelve a deslizarse en el sillón para dar paso a su imaginación…

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