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lunes, 12 de septiembre de 2011

Lo recuerdas ¿verdad?

Segunda parte de Tú y yo somos iguales
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Dante había terminado su trabajo junto a Nero. Ciudad fortuna estaba en calma y la orden había sido neutralizada. El trabajo había terminado. El peliblanco estaba encaminándose hacia el Devil May Cry cuando, a las fueras de Fortuna vio algo tirado en el suelo. Tras acercarse mientras le gritaba que si estaba bien, iba dándose cuenta que aquella figura era familiar.

Aquella armadura… ¿qué hacía él allí? Se lo llevó como  pudo hasta la oficina, lo subió a la habitación e intentó quitarle la armadura sin resultados; después lo dejó allí tumbado hasta que recobrara la consciencia.
Bajo ansioso de recibir por fin el dinero por el trabajo en Fortuna. Pero…

-Es una lástima que el agradecimiento no se vea en el dinero, ¿no crees que merecemos más?

-¿Más? ¿Quién fue el que puso todo patas arriba?- sus miradas se clavaron en Dante, no les estaba prestando atención pero lo sabía.

-¡Eh! Estaba en la mejor parte… La intención en lo que cuenta, ¿no?

Después volvió a sonar el teléfono con mas trabajo, era lo mejor que podía hacer, él no iba a despertar en seguida y… Bueno necesitaba una especia de plan o algo para saber como afrontar otra vez algo como aquello.

Volvió al Devil May Cry por la mañana. Se dio una ducha de agua fría y subió a ver como iban las cosas. Abrió la puerta sigilosamente, se sentó en el borde de la cama y, esta vez con éxito, pudo quitarle el casco para contemplar aquel rostro idéntico al suyo.

-Vergil… ¿Qué demonios haces aquí de nuevo?- Le apartó el pelo y acarició sus mejillas, se aseguró de que la temperatura corporal no había disminuido o aumentado y de que seguía respirando. Se estuvo preguntando si esa persona estaría detrás de Nelo Angelo. Si se acordaría de algo de que le había pasado antes y después. Después de aquello pensó que Vergil había muerto y de pronto había aparecido sin más… Pero a fin de cuentas era su hermano mayor.

-La noche siguiente, Dante, como de costumbre, le daba unos minutos para estar a su lado y cuidar que todo iba bien. Y aquella noche, mientras le tomaba la temperatura, él abrió los ojos de repente y con bastante fuerza. Se levantó desorientado y golpeó a Dante para apartarlo y defenderse, pero en el primer intento de ponerse de pie perdió la estabilidad y cayó al suelo siendo suavizado en el último instante por los brazos de Dante.

-¿Quién eres…?-

Fue todo lo que pudo decir antes de volver a desmayarse. Aquello fue un gran golpe para él, quizá el más duro que le habían asestado. Simplemente volvió a dejarlo sobre la cama y le llevó una jarra de agua y algo de pizza que había pedido demás, por si acaso.

No pudo evitar quedarse toda la noche despierto esperando a que por fin se despertara y cuando esto pasó, sólo pudo indicarle dónde estaba el agua y la comida.

-¿Recuerdas algo?

-¿Algo como qué?- le dijo Vergil.

-¿Quién eres, tu nombre, tu propósito, el por qué estas aquí…? Algo así.- Dante se puso en pie y dio una pequeña vuelta por la habitación mientras le daba tiempo a pensar y ver que era lo que pasaba.

-Mundus, recuerdo que él consiguió derrotarme y… - Vergil levantó la cabeza muy rápido y se abalanzó sobre Dante tirándolo al suelo. El menor consiguió detener el primer puño de Vergil, pero el segundo fue a traición en un costado haciendo que del impacto Dante lo soltara y asestarle otro en la cara. Lo cogió de la camisa y lo levantó – Dante ¿qué estas haciendo aquí?

-Mira bien dónde estás Verg…

-¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Por que te has metido otra vez en medio?

-Apareciste en mitad de la nada, deberías darme las gracias de que pasara por allí para traerte. Podrías estar muerto.

Aquello hizo que Vergil lo soltara, dándose cuenta al mismo tiempo que su hermano había crecido, más adulto, más maduro… Él había estado rodeado de humanos y posiblemente no notaría la diferencia, pero… hacía varios años que no lo veía y no sólo el vestuario, su aura también había cambiado.

Vergil se llevó una mano a la cabeza y empezó a quitarse aquella armadura por su cuenta, mientras Dante se limpiaba de la cara la sangre que débilmente supuraba por el puñetazo y lo miró. Allí estaba su hermano con la camisa Azul de tirante ancho y los pantalones ceñidos con las botas barrones.

-Bajo está la ducha… ¿Quieres algo de ropa…?

-Sí.

Dante lo llevó al aseo avisándole de que el agua caliente no funcionaba, además de dónde estaban las toallas y que le bajaría ropa en seguida. Dante subió las escaleras y le llevó unos pantalones negros, y como no tenía nada más le llevó una camiseta negra por que sabía que el rojo lo iba a mirar mal, así que bajó al aseo y le dejó la ropa sobre un taburete y le dijo que estaría arriba si necesitaba algo.

Vergil no contestó a pesar de haberlo oído perfectamente. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que se vieron, qué había pasado en su vida? Dante nunca le había negado el alojamiento en su casa, recordó la última visita y notó como aquel cuerpo se encendía, se dio cuenta que aquel aspecto adulto le había impresionado y se sentía orgulloso. Él era su hermano pequeño, pero últimamente el único que parecía menor era él, y su orgullo se sentía menguar. No sólo había perdido contra Mundus si no contra él también… varias veces. Pero lo seguía queriendo.

Se vistió y salió del aseo mientras peinaba con las manos su cabello hacia atrás, al entrar se dio cuenta que el pequeño estaba dormido en la cama. Se lo quedó mirando y suavemente se deslizó hasta quedarse a su lado.

-Dante… lo siento por causarte tantos problemas… Si desapareciera…- Vergil sonrió amargamente mientras se poyaba en la cabeza de su hermano.

-Si desaparecieras no te lo perdonaría…- Vergil se sorprendió al verlo despierto; le había engañando y eso le molestó un poco y le tapó la cara con su mano. Para luego darse la vuelta y dormir.

Dante encerró a Vergil entre sus brazos y sus piernas y lo miró fijamente.

-Dime que es lo que ha pasado.

-No importa ahora…

-Sí que me importa Vergil… No quiero que desaparezcas otra v…- desvió la mirada- No quiero estar sólo.

-No creo que alguien como tú esté sólo… ¿Qué hay de la hija de Arkahan, o de la tal Trish?

-¿Por qué esa pregunta?- dijo bastante sorprendido.

-No importa sólo déjame dormir Dante, ya tengo bastante con compartir cama contigo…- no quiso decir eso exactamente- Sólo duérmete y ya está.

-… Verg, eres mi hermano; no quiero despertarme mañana y no verte.- El silencio puso nervioso a Dante por que se imaginaba lo peor, no quería dejarse llevar por lo que sentía  por la mezcla de sentimientos al oler la piel de su hermano y sentir el tacto de su propia ropa. Lo abrazó sin preguntar, y mientras más forcejeaba más lo apretaba hacia él. Vergil se sentía en desventaja estaba aun debilitado y los fuertes brazos de su hermano no le daban tregua. Dante perdió el control de sus brazos despojándolo de las mismas ropas que le había dejado mientras el mayor estaba exhausto y comprendiendo los sentimientos que fluían por el cuerpo de su hermano.

-Sabes que esto no está bien… ¿verdad?- Dijo Vergil parando en seco con aquellas palabras a Dante.

-¿Cuántas cosas hemos hecho que estaban bien, Verg? Somos demonios también… es algo con lo que tendremos que convivir siempre…

Aquellas palabras derrotaron por completo a Vergil que se deshizo de la ropa del menor y sujetando con fuerza la cabeza de éste y besó con ansia ambos ardieron en deseos del otro, bañándose con el sudor que provocaba el roce de ambos. El mayor se aferró a la espalda del menor mientras éste lo preparaba y lo penetraba con cuidado para asestarle aquellas embestidas mientras masturba a su hermano. Sin darse cuenta su movimiento se fue agravando y acelerando rápidamente, durante algún tiempo se miraron a los ojos pudiendo leer los pensamientos del otro, después se cambiaron de posición, Vergil avergonzado se giró.

-No quiero que dejes de mirarme Verg… Tú mismo lo dijiste, “Tú y yo somos iguales” lo recuerdas, ¿verdad?

El mayor respondió dejando salir uno de los ansiados gemidos que estaba reteniendo, que posiblemente ambos estaban reteniendo para no avergonzarse, pero en aquel momento se dieron cuenta de lo excitante que era oírse disfrutar de aquel momento tan esperado.

Poco a poco ambos se fueron llenando de aquella sensación y sin que Dante pudiera evitarlo terminó dentro de su hermano mientras Vergil terminaba manchando la mano de su hermano y parte de las sábanas…

-Ahora vamos a tener que cambiarlas…-dijo Dante juguetón
Vergil cayó sobre el colchón totalmente agotado…

-Hazte a un lado que lo limpie…

-No ha servido de nada que me duchase…- y se quedó totalmente dormido… Dante limpió aquel rastro y se quedó con él, abrazándolo, si se iba, al menos podría sujetarlo con fuerza y retenerlo a su lado un poco más…

A la mañana siguiente Vergil se despertó con la sábana por encima con la ropa que anoche su hermano le prestó y con una toalla perfectamente colocada. Se sintió desorientado y confuso, y cuando aquellos recuerdos lo tacaron, se vistió sin perder tiempo y enfiló las escaleras en busca de Dante cuando el mismo estaba en mitad de una reunión de trabajo con ambas chicas y una niña de cabello claro y ojos azules.

-¿Dónde está mi ropa?- lo único que pudo decir al verse delante de todas aquellas mujeres.

-Esta chica las está lavando- dijo señalando a Patty

-… Es una niña… ¿¡Tienes a una niña trabajando para ti, sabes que eso está prohibido, maldito pervertido ¡?- ¿Cómo podía su hermano estar haciendo algo como eso…? Pensó mientras lo miraba nervioso

-Ella lo hace por que quiere… Cálmate Verg… Queda algo de comida y bebida en la nevera…

-Vergil… ¿¡VERGIL!?- gritó Lady mientras se armaba a la par que Dante la detenía.

-¿Quién…?- Patty miraba desde la mesa de billar y Trish se lo quedó mirando con detalle.

-Nelo… ¡NELO ANGELO!
Vergil las miró con desprecio y se dirigió a la nevera para ver qué era lo que podía comer.

-Su nombre es Vergil, y es mi hermano gemelo mayor. Nelo Angelo fue el nombre que Mundus le puso mientras estaba a su servicio. Sólo eso.- dijo mientras lo miraba de reojo.

-¿Tienes un hermano? ¡Sois idénticos!- gritó Patty muy contenta

-Para nada…- se oyó a unísono no sólo entre los hermanos, si no que también Lady y Trish se unieron al coro. Pero sólo los hermanos se mantuvieron durante unos segundos la mirada y sonrieron después.

-Esto será la peor de mis pesadillas…- dijo Vergil al ver que lo único que había en la nevera era pizza y salsa de tomate…

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