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miércoles, 24 de agosto de 2011

Kuroshitsuji XVI


Después de todo eso los años pasaron rápidamente para todos. Estaba dibujando un retrato de Ciel que en aquel momento posaba para mí cuando Viky, mi hija de seis años, entró en la habitación corriendo.

-Mamá, papá dice que te están llamando por teléfono para hablar contigo…

-En seguida bajo. Ciel ¿quieres tomarte un descanso, o te quedarás igual?

-Me quedaré aquí.

-¿Mamá puedo pintar yo también a Ciel?

-Claro- dije mientras salía de la habitación y me dirigía a bajar las escaleras. Oí de fondo a Ciel hablando con Viky, parecían dos hermanos, pero evidentemente no lo eran.

-¿Quién es, Sebastian?

-Es para una entrevista.

Sebastian me dejó el teléfono y me puse a hablar con la mujer que había al otro lado del teléfono, una cadena de radio bastante famosa quería concertar una cita para ir a hablar un poco de mi carrera y próximos proyectos tanto como actora como pintora.

Debido a mi embarazo y los primeros años de maternidad mi carrera como actriz menguó un poco dándome  paso a ampliar mi vida como pintora en varias galerías a las que podía llevarme tranquilamente a Victoria conmigo. Cuando volví  a la habitación Ciel seguía en la misma posición, Viky había cogido un papel un lienzo y un caballete y, tal como me había visto hacer a mí muchas veces, ajustó la altura y empezó a dibujar. Tenía algunos fallos de proporciones, pero, su manejo con los lápices y plastidecores era muy buena; envidiable a su edad.

-Vaya, parece que tenemos otra pintora con futuro en la familia.- dijo Sebastian entrando también en la habitación.

-¡Papá! ¿Te gusta? Es Ciel; de mayor quiero ser como mamá.- dijo con una sonrisa y apartándose del dibujo para que lo viéramos, Sebastian se acercó a ella y la cogió en brazos para llevarse la a comer. Un juego de padre e hija…

-Aun me pregunto cómo pudiste hacer algo como eso con mi mayordomo…

-Cállate Ciel, eso no estaba del todo planeado… Además también es el mío… Eso es peor todavía…

-¡Mamáaaa! La mesa ya está puesta, Cieeeeel, vamos a comer.

Bajamos a disfrutar de una buena comida familiar; Ciel se comportaba como un hermano mayor para ella en muchas ocasiones, Sebastian había adoptado el papel de padre y el de amo de casa al mismo tiempo que seguía haciendo su papel como sirviente de Ciel y mío. Al final llegamos al acuerdo que él se quedaría en mi casa a cambio de que ambos lo “tuviéramos” como mayordomo, aunque Ciel siempre se lo llevaba cuando quería son contar conmigo.

También debo decir que tanto Will, Grell como Undertaker se pasaban a menudo por mi casa y se quedaban a charlar o a tomar algo de té. Aquello era verdaderamente una locura, pero me acostumbré a sus peleas, al sentido del humor tan frío de Undertaker, a que Grell acosara a Sebastian y Will lo detuviera… Una casa de locos, una casa de locos felices.

-Parece que de momento todo está bien.- dijo Undertaker

-Sí, pero evidentemente tiene cualidades de demonio, a los seis años dibuja ya muy bien.-contesté mientras la vigilaba.

-Una niña podrigio- dijo Ciel

-No, una niña hija de un demonio y una humana. Eso es lo que Victoria es.-dijo Will algo molesto.

-¿Piensas decírselo algún día?-continuó Ciel

-Por supuesto que sí, tarde o temprano se dará cuenta de lo que pasa, empezará a preguntarse por qué Ciel no crece, por qué su padre no envejece… Y tendrá que saberlo.

-Aun me parece algo despreciable por tu parte que tuvieras un hijo de Sebastian- dijo Grell totalmente resignado- te odiaré por eso siempre, Sebas-chan es sólo mío- estaba empezando a salir de sus casillas y me tuve que reír.

-Lo siento Grell…- era lo único que podía decir. No fue algo que yo le ordené a Sebastian, ni si quiera se lo insinué nunca, simplemente… simplemente pasó, quiero decir el hizo algo parecido a la última vez y… después llegó Viky.

Hicimos reformas también en la casa, mi estudio de pintura se trasladó a la sala de la ropa de teatro, y esa habitación se quedó para Viky, la grande se quedó para Ciel, y Sebastian y yo compramos una cama de matrimonio y nos quedamos en el piso de abajo.

Viky había heredado el cabello de Sebastian, absolutamente negro con su piel pálida, mis ojos marrones y se había embriagado el afecto de los tres más el del grupo de Shinigamis. Era alegre y activa, como yo; pero también tenía un toque de orgullo al igual que Ciel y siempre dispuesta a echar una mano como Sebastian. Era preciosa en todos los sentidos. Kuro se acostumbró a la presencia de ella sin mucho esfuerzo, amaba los gatos, pero no iba a buscarlo, ella prefería que él viniera cuando quisiera algo.

Empecé a sentir a Sebastian y a Ciel más distantes al poco de cumplir ella 10 años, Sebastian me invitó a salir un momento con él a dar una vuelta.

-Señorita… ¿Sería capaz de seguir sin mí, verdad?

-¿Qué?

-Verá la gente se está empezando a dar cuenta que sigo exactamente igual… Tanto Bocchan como yo no podemos seguir aquí. Usted sí puede mantenerse a salvo y proteger y cuidar de Victoria.

-Es tú hija Sebastian… ¿Por qué lo hiciste si ahora te vas?- estaba sorprendida por lo que me estaba pasando, no quería que Sebastian se fuera.

-Volveré a por su alma señorita, se lo garantizo y si necesita ayuda estaré a su lado, simplemente vamos a alejarnos por su seguridad y la de la pequeña Viky.

-Sebastian… ¿Qué es lo sientes por Viky?- sé que le sorprendió la pregunta pero también sabíamos, ambos, que si él mentía yo lo sabría de alguna manera.

-Te he visto cuidarla, despertarte y levantarse varias veces para darle de comer, para calmarla de sus miedos y para protegerla. Te veo jugar con ella comprenderla con una mirada y saber qué trama con oír sus pasos. ¿Esa es la vida de una familia humana normal?

-Sí…

-No puedo decir que no es curioso, diferente, nuevo. No sé si soy capaz de ofrecer el cariño que un padre debería darle a su hija. No sé que debería hacer cuando ella se ponga enferma, o cuando llore o tenga miedo.

-¿Nunca tuviste miedo, Sebastian? Qué es lo que querías que alguien hiciera, simplemente haz lo que tú querrías que hicieran…

-Las quiero mucho a las dos y no dejaré que nadie les haga daño, nunca.- Después de eso me besó en la mejilla y junto con Ciel ambos salieron despidiéndose de nosotras para siempre…

Los años siguieron pasando, cuando ella cumplió los dieciocho, empezó a preguntarme muchas cosas seriamente, aunque ya me las había preguntado antes, aquella vez ya era el momento y la hora de decirle todo. La senté en la mesa y le conté como Sebastian y yo nos conocimos, como pasó todo y que todo había sido real. Ella era una mujer especial. Cuando la miraba, veía a Sebastian en la mirada, veía mis ojos y la mirada de Sebastian.

-¿Por qué se fue?

-Porque ellos no envejecen, al igual que los Shinigamis: Grell, Will y Undertaker tienen el mismo aspecto que cuando tú tenías seis años y el mismo que antes de que nacieras. Sería muy llamativo que no envejecieran en absoluto.

-Volveré a verlos…

-Estoy segura de que sí, pero tienes que mantener este pequeño secreto para siempre bajo llave.

-Entiendo.

Victoria se convirtió en una gran pintora, incluso mejor que yo. Se casó y tuvo un nieto que mantuvo los genes del mismo demonio que engendró a Victoria. Habíamos creado una especie nueva de seres más fuertes, más hermosos y más talentosos que los humanos. Yo cuidé de Ciel con mucho cariño como mi nieto. Sabiendo que tarde o temprano volvería a ver a ese demonio volviendo a mí para completar el trato que hicimos aquella noche. Para que esa marca se borrara de mi cuerpo y él pudiera alimentarse de mí.

Pero ahora era vieja, me pregunté muchas veces si se atrevería a venir a mi lado, si sentiría lo mismo. Si mi alma seguía llamando tanto su atención.

Él apareció cuando Ciel cumplió los treinta años y me convertí en bisabuela. Vino a recogerme y me llevó a dar un paseo muy largo. Me llevó a una isla perdida, me sentó en un banco y lo miré atentamente.

-Supongo que ya no me da tanta vergüenza decírtelo, Sebastian, desde que te vi me enamoré de ti. De un demonio… Qué locura…

-Lo sé, señorita, siempre lo he sabido. Usted deseaba tener a Viky.

-Ahora ya no es solo Viky, Ciel, tu nieto ha tenido un hijo, mi bisnieto Sebastian. ¿Te imaginas lo que creamos?

-Los humanos son muy entrañables… Karen, me alegro mucho de haberla conocido.

-Viky quiere veros de nuevo a ambos, díselo también a Ciel…

Con una sonrisa sentí de nuevo sus labios sobre los míos, sentí que mi cuerpo volvía a ser joven, sentí que mi cuerpo se cuarteaba y se iba pudriendo; no sentía los pies, las piernas se me dormían, mi alma se despegaba de mi cuerpo, me retorcía dentro, tenía miedo y me aferre al cuello de Sebastian, él se separó un poco de mí me habló para seguir manteniendo la calma. Mi alma se desgarraba e iba subiendo para salir de mi boca y entrar en la suya.

Sentía que Grell venía a toda prisa a por mi alma tal como le dije, pero no encontraría este lugar, Sebastian debía darse más prisa pero parecía gozar tanto con mi alma… había perdido el conocimiento, pero escuché la voz de Ciel muy cerca de mí.

Lo siguiente que recuerdo es ver a Viky frente a mi tumba, o al menos eso creía, la vi llorar junto con su hijo y el pequeño Sebastian en brazos.

Cuando ella se quedó sola Sebastian y Ciel se acercaron a hablarle.

-Ella era una buena mujer- Will atacó a Sebastian y lo apartó de Viky

-No te acerques Demonio, supongo que el alma de Karen está contigo.

-Ese fue nuestro contrato Will.

-¡¡Sebaaas-chaaaaaaaaaaaaaaaaan!!

Por una vez, después de tanto tiempo, todos volvíamos a estar juntos; los shinigamis aceptaron que Viky quisiera hablar con su padre e incluso Ciel, mi nieto, que estaba con su hijo se acercó al ver tanto alboroto.
Nadie les dijo que la familia estaba unida, no quería que nadie lo dijera, aquello debería morir.

-Ella siempre ha estado muy orgullo de todos ustedes, deberían recordar lo alegre que fue ella, siempre sonriendo…

-La conoció- dijo Ciel interponiéndose entre su madre y el demonio.

-Mucho mejor de lo que pensáis.

-Sebastian es hora de irnos.

-Por supuesto Bocchan, como el joven Ciel ordene…-Aquella reverencia frente al niño y también hacia Viky le hizo sonreír de alguna manera.- ¿Sabes por qué eligió Victoria?- La aludida lo miró.

-Ella siempre quiso tener uno o dos hijos, pero como puedes ver las condiciones no fueron favorables, yo lo hice por propia voluntad, ella lo deseaba y yo se lo concedí, pero siempre serás parte de mí también Viky…
Desaparecimos de allí

-No me creo que alguien como tú sienta lo que acaba de decir.

-Me ofende con eso Bocchan, por unos años, todos fuimos una familia, ¿o me equivoco?

-Esa chica… era un problema para ambos ¿verdad? Ahora que su alma es nuestra no causará más daño a ningún demonio.

-Qué frío es, Bocchan. Como un demonio…

-¿A caso no es eso lo que somos?

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