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martes, 7 de junio de 2011

Kuroshitsuji III



-Vamos Sebasian se que me has entendido perfectamente.- Estaba muy serio pero luego, tras un suspiro cambio su cara… Increíble, podría haberme matado en aquel momento, parecía desesperado, con media sonrisa, ansioso por que se acercara el momento, jamás lo había visto así. Perfecto. La foto capturó aquella imagen, la revisé, perfecta, incluso sus ojos se habían tornado de ese rojo brillante y demoníaco.

Después, mientras la miraba más ampliada, se vistió y tras apuntarle el número le di la cámara y terminé de comerme mi tostada.

-¿No era parte del trato que me acompañara señorita?

-Está bien, dame 15 min.

-Bien, así yo recogeré la cocina.

Quince minutos después estábamos cerrando la puerta de casa y camino a la tienda, calor, mucho calor, era un día de Junio tremendamente caluroso. Llegamos a la tienda y en seguida sacamos las fotos, al ser un sábado y temprano no había demasiada gente y fue un paseo bastante tranquilo. La vuelta tuvo que ser más rápida de lo planeado, un par de chicos me habían reconocido y se dirigían hacia mí; la solución fue correr y despistarles.

-No sabía que fuera tan popular

-No lo soy, pero he hecho varias obras para instituto, y en fin, no sé… Hoy no tengo tiempo para ponerme ha hablar ni tampoco ganas. ¿Qué vas a hacer ahora?

-Arreglar su habitación y supongo limpiar la planta baja y luego la de arriba.

-¿Te molesto si me quedo en el comedor?

-No, señorita.

Bajé un lienzo con un caballete y unos lápices y demás utensilios, me quedé cerca de la ventana para coger toda la claridad posible pero que no me diera el reflejo estratégicamente, para poder observarlo tranquilamente sin que lo notara demasiado.

-¿Le molesta si le hablo mientras dibuja?

-Para nada.- Empecé ha distribuir como siempre el lugar que iba a ocupar cada elemento del dibujo y sus dimensiones. Meras líneas. Alrededor de un círculo central, dónde se encontraría el objetivo central del cuadro.

-Supongo que uno de los que piensa hacer es esa foto que me ha hecho antes, pero... ¿qué está dibujando ahora?

-Pues quería interpretar de otro modo nuestro contrato.

-¿A qué se refiere?- me miró curioso.

-Desde mi punto de vista.- Cuando terminé de decir aquello le miré por encima del lienzo y le sonreí.- No te preocupes por nada Sebastian, en serio.

-Creo que me voy primero a la planta de arriba señorita, cuando lo tenga más avanzado me gustaría verlo.

-Como quieras…- Y tras inclinarse se fue. No sé cuanto tiempo estuvo arriba ni cuanto estuve solamente con la imagen central, que era él, pero la completé, él estaba básicamente terminado, tranquilo con su sonrisa con ese uniforme; empecé haciendo la yo actual que iría delante de él, hice el contorno con bastantes detalles inclinada hacia delante un poco, con las piernas abiertas y ligeramente hacía dentro con una mano en la cintura y otra con la V de “victoria” en mi frente, con una enorme sonrisa. Después pasé a hacer una yo más adulta, sin que me diera cuenta había bajado para empezar a preparar la comida.

-¿Qué hora es?

-La 1.00 pm.

-¿Ya?- dije mientras lo veía preparando la comida.

-Así es.

-Qué rápido…- dije siguiendo con el contorno del dibujo que quedaba a mi derecha y a la izquierda de Sebastian, una persona adulta ambas vestidas de la misma manera, una falda vaquera azul, y una camisa negra. En la joven tenía mini falda y palabra de honor, mientras que la adulta una falda hasta las rodillas y una camisa de manga corta negra, y por último una anciana a su lado derecho y a mi izquierda, con la falda vaquera igual que las demás, por debajo de las rodillas y una camiseta negra esta vez de media manga. Así sería el paso del tiempo, mientras se mantenía intacto, yo sería la que iría volviéndome vieja y pesada con los años.

De repente un maullido muy fuerte nos hizo a ambos dejar lo que estábamos haciendo y mirar hacía la ventana del comedor, abrí la ventana y comprobamos el problema; los vecinos tienen una gata… al parecer en celo, y llevaba un tiempo rondando por aquí un gato negro… En ese momento ese gato estaba reivindicando a su hembra mientras los dueños de la hembra le tiraban piedras; salí muy decidida de la casa y los miré furtivamente.

-Os parecerá bonito...

-Oye guapa no te metas, no me apetece tener aquí un criadero de gatos.

-Pues operarla…- Me dirigí a por el gato, precioso, totalmente negro con los ojos azules, lo cogí y lo entré a casa. Sebastian se hizo enseguida cargo de él, me lo quitó de las manos, literalmente, y lo observó con cuidado lo apachurró y siguió con su ritual de estar en la quinta inopia mientras yo me iba a ver como estaba la comida puesto que Sebastian acababa de viajar a gatolandia en un viaje sólo de ida.

-Son tan hermosos, llevo mucho tiempo viviendo en este mundo y no sé como piensan los gatos, son tan flexibles, tan adorables…

-…- lo miraba mientras continuaba removiendo los espaguetis, -Después lo llevaré al veterinario y si no tiene dueño me lo quedaré… Después de que lleve por aquí rondando casi dos semanas… le he cogido cariño. Aunque no me conviene tenerte por aquí así, Sebastian…- seguía sin hacerme caso…-Sebastian…- Cogí la cuchara y le di en la cabeza,- ¡Sebastian…! Encárgate de la comida.

-¡Oh! Perdóneme señorita, me he despistado. En seguida vuelvo al trabajo. Discúlpeme- se inclinó esta vez mucho más que las otras veces y con la cuchara le indiqué el lugar dónde estaba la olla con mi comida.

-Continué con mi dibujo mientras noté a cierto inquilino maullando bajo mis pes y restregándose… No lo pude evitar, lo cogí y le acaricié entre las orejas, ronroneaba… Que cosita más mona tenía entre mis brazos, de pronto una sombra enorme me tapó y se quedó paralizado mirándome, entre agonizando, dulce y deseoso de mimarlo tanto como yo lo estaba mimando.

-Lo llamaremos “Kuro”- Le dije alzándolo con ambas manos y mirándolo desde abajo.

-¿Kuro? ¿Qué significa, señorita?

-Negro. ¿Está lista la comida?- pregunté volviendo a colocar al felino entre mi pecho y acariciándolo.

-Sí.

-Genial, me muero de hambre… Toma.- Le dejé al gato pegado al tronco y me lavé las manos para ir a comer.

Parecía ser un gato muy cariñoso, y callejero, al cabo de un rato se cansó de que Sebastian estuviera tocándole las patas y rascándole y se fue por ahí a investigar la casa.

-Sebastian, puedes quitar todo lo que hay por el suelo, sobre todo los lienzos, no me fío de que vaya marcando territorio, y los trajes también.

-En seguida.

Cuando terminé de comer, y quité la mesa viendo que Sebastian no bajaba, decidí subir a ver que hacía, lo llame mientras subía las escaleras y al entrar en la habitación lo vi con un lienzo en las manos y con el gato entre las piernas; me acerqué e inclinándome hasta quedarme cerca su cabeza y apoyándome en su hombre derecho le pregunté qué le parecía.

-Son muy buenos señorita, me gustaría…- un fuerte ruido sonó en el piso inferior, cambió su cara de una sonrisa a preocupación y en seguida dejó el cuadro tapándolo con la tela, me dejó el gato y bajó las escaleras bastante deprisa.

-¿Qué pasa Sebastian…?- dije mientras me quedaba en el comienzo de las escaleras, se giró y me pidió que no bajara hasta que él volviera.

-Sebas-chan! Cuanto tiempo sin verte, estás tan guapo como siempre, pero ¿no crees que ese uniforme ya está un poco pasado de moda? Vamos Sebas-chan, me debes un beso con lengua.

Al oír eso… un escalofrío me recorrió el cuerpo, lentamente bajé las escaleras, con mucho cuidado y evitando que … "eso" me viera, parecía la voz de un hombre, lo que me inquietó más, después vi un largo cabello rojo y un hombre con una chaqueta larga roja y con una motosierra en las manos, entonces vi el agujero en mi puerta… Me quedé helada. ¿Qué demonios era ese tío y de qué conocía a Sebastian…? Es más… ¿Se-Sebas-chan? ¿Qué clase de mote era ese para él? Me asomé un poco y entonces vi a ese tipo acosando sin escrúpulos a Sebastian…

Irritante...

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