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viernes, 10 de junio de 2011

Kuroshitsuji IV




Sebastian se había colocado de tal manera que el pelirrojo me daba la espalda y no podría verme. Ese tipo era muy raro, sujetaba la motosierra con ambas manos pero se movía de lado a lado como si fuera una adolescente enamorada de un chico de universidad. Después ese tipo encendió la máquina y atentó contra Sebastian, intenté decir algo pero Sebastian dibujó en su rostro una cara que me dio miedo, me apoyé en la pared de las escaleras… y me quedé mirando a kuro… que había desaparecido de mis alrededores.

Miré a todos lados y Kuro no estaba, ese gato curioso se había escapado y a saber a dónde habría ido; me asomé por encima de la pared mientras ese gato maullaba cerca de los pies de ese tipo pelirrojo. Miré a Sebastian para ver si se había dado cuenta, entonces, yo me escabullí por debajo y rápidamente me coloqué cerca que dónde estaba el gato, ese tipo se iba acercando a Sebastian y pensé que podía hacer algo para sacarlo de allí, entonces fue cuando él… Hizo eso.

Sebastian se sorprendió al verme inclinada sobre el gato a plena vista y al mirarle yo a los ojos, el otro tipo hizo afán de girarse, entonces fue cuando Sebastian, lo cogió del brazo derecho y lo acercó a él, mucho, demasiado, oí que le susurraba algo mientras lo acercaba.

-No me gusta tener cosas pendientes, Grell-san… Ya debería saberlo

Y pude ver con mis ojos como ese hombre vestido de negro entreabría la boca para acomodarse en los labios de ese tal Grell… Deseé que me sacaran los ojos con cucharas y me borraran lo que acababa de ver. 

Mientras un escalofrío me recorría el cuerpo e intentaba que aquella gota de sangre no se derramara por mi nariz, Sebastian me mandó una cariñosa mirada de odio y muerte, asique eso me hizo reaccionar y salvar mi vida y la de Kuro, aunque no sé bien si de las manos del pelirrojo o del propio Sebastian…

Subí las escaleras de nuevo y me metí en un rincón en mi habitación, exactamente al otro lado de la cama que para las personas que entrasen a la habitación no verían, entre la pared de la enorme ventana de mi habitación y la cama, apoyada entre esta última y la pared; abracé a Kuro y me fui preparando por la charla que iba a darme Sebastian sobre lo que ya habíamos hablado poco después de hacer ese trato…

Técnicamente me había advertido que algo como eso podía pasar, que tipos extraños o incluso otros demonios podrían atacarnos, pero realmente nunca pensé que me encontraría con alguien más. Aquella imagen de Sebastian besando a ese tipo me atacó de nuevo…

-Mierda… Esto me causará un trauma irreparable en mi vida… Le prometí que le haría caso si algo como eso pasaba, Kuro… Tengo la sensación que se va a enfadar mucho conmigo…- Sí, estaba hablándole al gato que lo único que hizo fue mover su cola e inclinar su cabeza a la izquierda. Dejé a Kuro en el suelo y suspiré mientras apoyaba mi cabeza en la pared y sintiéndome culpable.

Los gritos de esa loca vestido de rojo cesaron poco después, unos minutos más tarde oí unos pasos por la escalera… Mi instinto fue el de acurrucarme entre mis brazos y mis piernas, y escuchar callada la primera reprimenda de Sebastian. Kuro salió corriendo a su encuentro cuando abrió a la puerta, siquiera llamó. Cogió al gato y con el dedo índice le dijo que "eso estaba muy mal"… Después lo volvió a dejar en el suelo y cuando el gato salió cerró la puerta y creo que se apoyó en ella.

-¿En qué estabas pensando, señorita…?- Por primera vez me habló de tú.-Ese tipo podría haberte matado… 

Ese beso volvió a mi mente y me hizo estremecerme.

-Es mi casa, quería saber quién era, me ha hecho un boquete en la pared… ¿Qué era ese tipo?

-No creo que deba saberlo…- Parecía molesto y se aproximaba a dónde yo estaba, al cabo de segundos se plantó delante de mí, a unos pasos de distancia.- Supongo que esa postura es la prueba que no ha olvidado ESO que le dije…

De pronto un aura tremendamente fuerte y oscura se apoderó de la habitación, sus ojos relucían de ese rojo intenso, y me miraba muy serio.

-Según el acuerdo hasta que no se cumpla el contrato debes protegerme…- Desvié la mirada no pudiendo mantenerle esa mirada, a pesar de haber usado ese recurso antes, ahora estaba completamente diferente, él estaba molesto, muy molesto por algo y no hacía nada por evitarlo. – ¿De qué lo conoces?- dije tras un rato de silencio

-NO tiene nada que ver contigo señorita, pero más le vale que no vuelva a hacer algo tan temerario como eso, no volveré a hacer algo tan repugnante.

-¿Repugnante…?- ¿A qué se estaba refiriendo? En ese momento volví a mirarlo mientras era él el que ponía una cara de asco impresionante y desviaba la mirada.

-No quiero volver a hacer algo como eso nunca más… La culpa es suya…- Ahora ese estaba frotando la boca con  la manga… Aquel gesto me hizo caer en la cuenta de lo que pasaba y me eché a reír yo sola en la habitación mientras Sebastian se ponía de pie y de espaldas a mí seguía limpiándose. A pesar de que esa aura demoníaca seguía atentando contra mí.

Me levanté y me senté en la cama…

-Lo siento Sebastian, vi a Kuro allí en medio y tenía que ir a por él, si ese tipo huebiera tocado un sólo pelo al gato…

-Señorita yo podría haberme ocupado de que a ese felino no le pasara nada- Estaba volviendo a la normalidad -y también mi cuarto-, el mezclar la segunda, persona directa y la de cortesía era un síntoma de pérdida de control. Cosa poco frecuente en él.

-Por cierto ¿has arreglado ese agujero?

-Sí…- dijo mientras miraba por la ventana desde su posición.

-¿Pasa algo?- Parecía hundido en algún tipo de recuerdo, cómo si ese tipo hubiera destapado una herida, un recuerdo o algo así que Sebastian tenía. Me sorprendió verlo así. Me acerqué a él y lo llamé de nuevo. Entonces me miró, era bastante más alto que yo…  unas tres cabezas. Me miró desde arriba con la misma cara de ido que mientras miraba por la ventana. -¿Sebastian que es ese tipo? Dímelo. ¿Es otro demonio?

-No señorita, no es otro demonio…- Caminó y salió de la habitación. Esa fue toda la conversación sobre ese tal Grell.

-… Aunque seas un demonio, si hay algo que te preocupa, me gustaría que me lo contaras, sobre todo si mi casa o mi persona se ven implicadas en ello…- Se paró frente a la puerta antes de abrirla me miró de reojo, dibujó una sonrisa, y se fue.

Yo bajé a por el lienzo que Sebastian estaba poniendo de pie y lo observó con detalle, al verlo me quedé mirándole, atenta a sus movimientos, totalmente en silencio.

-Tiene una manera muy extraña de ver este contrato señorita, nunca lo había visto de esta manera.-

-Claro que no, por que tú no eres un humano, ciertamente estás aquí para tu propio bien de ganarte un alma, aunque el mundo que nos rodee sea el mismo, no puedes ver con los ojos de un demonio la vida finita de un humano…- entonces el me miró, estaba muy seria y totalmente convencida de que sabía a qué me refería, otra sonrisa esta vez más amplia y endiablada se dibujó en su rostro.

-Ciertamente tiene razón… ¿Quiere que lo suba al estudio?

-No. Llévalo a mi habitación.- Me crucé con él pero no le miré, por alguna razón sentía que me estaba ignorando, ocultándome información que de alguna forma me repercutía. Y yo hice lo mismo como pude, Sebastian no tenía por qué ser el centro de mi vida, aunque era lo único que tendría para siempre a mi lado.

Busqué las fotos que habíamos sacado aquella mañana y miré el reloj… Cogí la foto y entonces me di cuenta de un error muy grande que había olvidado eliminar… El contrato de la mano izquierda de Sebastian seguía allí…

-No puedo llevarme esta foto con esa marca en la mano… empezarán a preguntar… y seguramente alguno también haya visto la mía...- Había pensado en que, si no me daba tiempo, no estaría mal ver el boceto de un dibujo y allí presentes ver como lo dibujo, pero con esa marca...- Van a empezar a especular… Maldita sea… Pedirle otra foto…- recordé el momento de hacer la foto…- No, no, no,…- dije mientras me ponía los dedos bajo los orificios de la nariz…- Contrólate… De momento… voy a llevar a Kuro al veterinario…

Subí el sobre a mí habitación y me encontré a Sebastian de nuevo con el cuadro mirándolo atentamente, le dije que me iba al veterinario e insistió en llevarme. El caso es que por más que intentaba poder ir sola, más trabas me ponía para que no lo hiciera…

Cuando estábamos de camino al veterinario el observó como acariciaba al gato cuidadosamente y le hacía de rabiar en algunos momentos para que jugase conmigo. El veterinario estaba algo lejos puesto que vivíamos fuera de la ciudad. De pronto el empezó a hablar retomando la conversación de antes.

-La verdad es que tiene razón, no puedo ver la vida exactamente como la ven los humanos, sencillamente por que aunque ahora tengamos un accidente o pase cualquier cosa, en muy posible que yo no muera, por lo que no tengo ese miedo a la muerte.

-Yo tampoco,- le contesté- no es el miedo a la muerte, si no a cómo vas a morir… y eso te da miedo, el miedo a sufrir, a quedar inválido, parapléjico, cojo, manco, a perder las habilidades que ahora tienes y no poder hacer cosas que haces, y posiblemente a causarle desgracias a la gente de tu alrededor sin poder evitarlo por una discapacidad…

-¿El mismo miedo que usted sintió aquella vez cuando nos conocimos…?

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