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miércoles, 6 de julio de 2011

Kuroshitsuji IX


Me desperté y me incorporé en la cama. Estaba desnuda, cogí lo primero que encontré y me lo llevé al aseo. Sebastian aún no había venido a despertarme pero tenía la sensación de que era algo tarde así que me fui derecha a la ducha. Estaba cansada y seguía con sueño, pero tenía ensayo por la tarde y tenía hacer cosas… Seguro, algo había que hacer...

Cuando abrí el agua fría me dio un escalofrío y me desperté de pronto. Después me relajé un poco y una imagen golpeo mi cabeza… Sebastian y esa sonrisa de satisfacción sobre mí… Golpeé mi cabeza sobre la fría pared de la ducha.

-Mierda… Iré al infierno definitivamente… ¿Qué demonio se te pasó por la cabeza, Karen? Te dije que no lo hicieras- dije dándome pequeños golpes contra la pared mientras me repetía esa última frase.

Me puse la ropa interior, unos bóxers míos, y me puse una camisa… Era muy grande para ser mía, tampoco recordaba qué hacía una camisa blanca sobre… mí. Era la camisa de Sebastian. Sentía que me ponía roja como un tomate y tras suspirar muy fuerte me la puse y salí de allí camino al comedor; seguramente él ya estaría despierto.

Cuando salí del aseo hacia mi habitación. Recogí un poco y me aseguré de dejarlo todo decentemente, hasta me hice la cama. Después, salí y mientras bajaba las escaleras empecé a oír una voz muy familiar en el salón y a un Sebastian algo molesto.

-Grell, mi señorita está durmiendo aun, no la molestes.

-Pero es algo muy importante. Además, mejor, así podemos dedicarnos a nosotros Sebas-chan

-Por favor no diga cosas desagradables, simplemente váyase, debe tener trabajo.

-Esto también forma parte de mi trabajo.- dijo molesto el pelirrojo.

Terminé de bajar y entré al comedor cuando ambos estaban en silencio, Grell se había dado la vuelta y Sebastian estaba en la cocina sacando los platos del lavavajillas.

-Hola…- miré a mi alrededor para comprobar que no había nada roto de nuevo- Buenos días Sebastian.

-Buenos días señorita, ¿qué desea para desayunar?

-Café y tostadas… con aceite- decía mientras el pelirrojo me miraba muy raro

-En seguida-

Sebastian se inclinó mientras yo encendía la tele y me senté en mi sofá esperando el desayuno. Grell se apoyó en el otro sofá y me miró.

-Oye tú,- me giré para verlo- tengo algo para ti.

-¿Para mí?- sentándome bien en el sofá para levantarme y coger la carta que tenía en la mano.

Grell siguió molestando a Sebastian mientras me disponía a ver el remitente cuando me la quitó amablemente de las manos y la abrió para mí, entonces me di cuenta.

-¿Una camisa azul…?- miré después a Sebastian

-Sólo tengo una camisa blanca, señorita, la que lleva usted ahora.

-¿En serio?- dije mientras miraba la camisa.- Pues cuando vayas a comparar esta tarde pásate por alguna tienda y cómprate un par más...

-Con una es suficiente, simplemente asegúrese cuando se vista de dejarla para lavar, yo me ocuparé del resto.

-Ve a mirar mis tostadas y haz lo que te he dicho.- le dije en tono de madre reprochando algo a su hijo, pero después de decirle eso, volvió a coger el sobre y miró atentamente el sello que cerraba la carta.

-Se-bas-chaaan- dijo Grell dejándose caer sobre el brazo derecho de Sebastian y cogiéndose con fuerza mientras se restregaba en él. Ese gesto me molestó, le puse cara de pocos amigos. –Ven conmigo, te aseguro que no te vas a arrepentir.

-Me niego.- dijo muy serio e intentando permanecer en calma, pero algo no iba bien.

-Sebas-chan, es ella la que decide ir o no; no, no, no, no la tires.- Grell se abalanzó sobre Sebastian para evitarlo, pero lo esquivó y acabó en el cubo de la basura. Después miró a Grell como si fuera a matarlo con una sonrisa y éste se alejó hasta volver más o menos dónde yo estaba. -¿Qué le pasa a este demonio de buena mañana?- me preguntó.

-No lo sé… - dije mientras me acercaba y la rescataba, con un poco de asco, de la basura. La abrí y la leí.

“Estimada Sña Karen Gómez
Me honra invitarla el próximo viernes día 23 de Junio a una fiesta temática sobre el siglo XIX que daré en mi mansión a partir de las 21h

Por lo que nos honraría a mí y a los demás invitados con su presencia y con la de su fiel mayordomo.

Atte: Ciel Phantomhive

-¿Y éste… quién es? Fiel mayordomo, ¿eso va para ti, Sebastian?

-Así es,- dijo Grell- van a asistir grandes actores y actrices junto con algunos cargos importantes de la ciudad. Ya te has ganado cierta importancia en ese mundo y por eso también has sido invitada. Yo me encargaré de venir a por vosotros y llevaros. ¿Y bien, aceptas?

-No.- dijo Sebastian muy serio- Si debo ir iré yo solo.

Mientras Grell y Sebastian seguían a su royo, revisé la carta una vez más. "Señora"... Como odiaba que me pusieran eso en las cartas… Me hacía sentir mayor. Después di cuenta de otro detalle, “…a mi mansión” Este tipo estaba forrado para tener una mansión.

-¿Tan rico es este tipo cómo para tener una mansión?

-Es el conde Ciel Phantomhive, por supuesto que tiene una mansión-me contestó Grell.

Sin embargo, era Sebastian el que más me preocupaba, el ambiente en la sala era diferente, el ambiente a su alrededor había cambiado.

-Un conde… ¿Y qué quiere de mí?

-Supongo que a Sebas-chan- dijo mientras lo señalaba- pero seguro que lo averiguas si vas.

Sebastian seguía sumergido en su mundo mientras miraba a Grell decir aquello y luego me miró esperando mi respuesta, pero su mirada de alguna manera expresaba desconfianza y miedo, ¿desde cuando Sebastian tenía esa mirada? Me quedé paralizada intentando tomar una decisión rápida.

-¿Y bien?- insistió Grell

-Bueno, es un poco precipitado, tengo que hablarlo con mi compañía de teatro, y encontrar un traje… Te contestaré más adelante, ya sabes dónde vivo.

-Estúpidos humanos, me pasaré en dos días.

-¿Humanos? – dije en voz bajita mientras, literalmente, desapareció ante mis ojos- ¿Sebastian qué demonios es ese tío, y dónde se ha metido?- Él volvió a su trabajo y me sirvió el café con las tostadas.

-… ¿Piensa ir de verdad a esa fiesta?-

-¿Por qué no quieres que vaya? Explícame la situación y circunstancias y quizá pueda entender ese comportamiento inquieto que tienes. ¿Qué te preocupa?

-Usted, señorita; lo que le pueda pasar si va.

-¿No estás tú para protegerme si me ocurriera algo?- le dije extrañada

-Pero quizá no pueda protegerla si va ha esa fiesta.

-¿Por qué? Se supone que deberías cuidar de mi alma hasta que se cumpla el contrato, ¿a qué te refieres exactamente?

No me contestó. Su silencio era muy incómodo para mí, pero aún así simplemente dejé que el comedor se inundara por el ruido de la televisión. Suponía que no iba a contarme absolutamente nada del por qué estaba actuando tan raro, así que intenté probar algo diferente.

-¿Quién es Ciel Phantonhive?-

Me miró de pronto. Pero tampoco me contestó, volví a repetir la pregunta y lo nombré a él

-Es un Conde, señorita; el perro guardián de la reina de Inglaterra. Es todo lo que puedo decir-

-¿De Inglaterra? ¿Y qué hace aquí?

-Posiblemente venir a por mí- dijo con una dura sonrisa dibujada en sus labios y con aspecto abatido.

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