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miércoles, 20 de julio de 2011

Kuroshitsuji XI


Estaba furiosa por no saber exactamente qué pasaba y Sebastian no ayudaba en nada. Al día siguiente llamé a Claudia por la mañana y por la tarde en el ensayo nos repartieron las entradas. Por un momento me pregunté si con todo lo que estaba pasando de verdad él quería venir a verme actuar, o simplemente seguir en mi casa. Pero no era el lugar para poner a pensar en aquello. El director nos habló sobre el espectáculo y la ambientación de la sala antes de empezar, a partir de entonces pasaron dos cosas: Sebastian y yo evitamos toda clase de tertulias, que acababan en discusión, sobre la fiesta y terminamos la semana ensayando todo, desde la obra hasta qué debíamos hacer cuando alguien entrara en la sala.

Llegó mi día libre antes de la obra. El viernes había amanecido con un bonito sol resplandeciente y lleno de vitalidad. Oí a Grell quejarse por que aun no habíamos contestado seriamente a la proposición del conde y Sebastian se había encargado de evitarlo y echarlo por mí. Me levanté, me duché y bajé a por mi desayuno.

-¡Oh! Buenos días, señorita, estaba a punto de ir a despertarla. Hoy es su día libre, ¿no?

-Sí, he quedado con Claudia a las 10, ayúdame ahora a subir los cuadros al coche.

-En seguida.

Me tomé un café y un par de tostadas con aceite. Me quedé un rato mirando las noticias de la mañana y al dirigir la mirada al reloj que había en la cocina me puse en pie y empezamos a cargar cuadros en el coche. Le puse comida y agua a Kuro y me despedí de él.

-Sebastian, si no vengo a comer te llamaré.

-Como desee.

Era muy fácil hablar con él, era más comprensivo que cualquier hombre humano, simplemente le importaba más bien poco qué hiciera mientras mi alma y cuerpo estuvieran a salvo. No le importaba si coqueteaban conmigo o coqueteaba con alguien, si le gastabas bromas a quien fuera si llegaba tarde o me quedaba media hora hablando con quien fuera. Él estaba bajo mi orden, yo era su ley. Podía ser fría hoy y mañana deshacerme en sus brazos. Él seguiría estando ahí para mí siempre.

Por primera vez en bastante tiempo me dejó ir sola, él tenía que limpiar la casa y hacer algunos recados… Recados que yo no le había mandado, por lo que me imaginé que iría a esa casa a preguntar por el Conde o algo por el estilo. Lo miré y simplemente me senté en el sillón del piloto, arreglé los espejos y el asiento y me fui. Conseguí aparcar delante de la puerta y llamé a Claudia para que me ayudara y juntas sacamos todos los cuadros, los dejamos dentro de la sala y estuvimos discutiendo sobre cómo organizar la sala; ella también tenía algunos cuadros, y de repente, vio el que estaba a medias, me lanzó una mirada de infinito odio y rechazo y me preguntó que había pasado.

-Creí que sería interesante que la gente viera como dibujo. Tengo pensado acabarlo aquí mañana.

-¿Estás segura que te dará tiempo?- preguntó repartiendo miradas hacia el lienzo y hacia mí.

-Sí, de hecho ahora quiero dibujar un poco más, seguramente haga un boceto rápido para acabarlo en una hora más o menos.

-¿Entonces este no lo vas a colgar?- me preguntó definitivamente

-No, lo dejaré en el caballete.

Sin darnos cuenta de la hora, nos avisaron que era la una del medio día y que iban a cerrar. Nos miramos y me adelanté preguntando a qué hora abrirían por la tarde. Llamé a Sebatian para decirle que nos quedábamos por allí cerca a comer y que a las 5 de la tarde viniera para ayudarnos con las esculturas de Claudia.

Ella me dijo que tenía muchas ganas de conocer a Sebastian, me dijo que tenía una voz muy sexy y que parecía un hombre de ensueño. Y sé que no le defraudó cuando, después de estar toda la comida hablando de él, lo vio llegar caminando con una camisa de manga corta blanca con letras y dibujitos y unos vaqueros negros. Desde luego aquel demonio iba levantando pasiones, hasta las adolescentes se giraban para volverlo mirar de arriba a abajo.

-No sé como puedes vivir con un hombre así en tu casa... si yo fuera tú me lo tiraría todas las noches.- Sé que me puse roja, pero ella no lo vio, no apartó la mirada de él. Me alejé un poco y le sonreí nerviosa. 

Después de las presentaciones, Claudia se lanzó al cuello de Sebastian y atacó sin piedad

-¿Oye tienes novia?- Yo estaba unos metros alejadas de ellos haciendo el retrato cuando escuché aquella pregunta, me paré y me asomé hacia la parte izquierda del lienzo con cuidado para saber qué iba a contestar.

-¿Novia? Me temo que no, ahora mismo sólo estoy interesado en la señorita- Estaba sonriendo… Pero esa frase le hizo pensar cosas incorrectas a Claudia que siguió preguntando cosas sobre él y sobre mí que a él le gustaran.

-Ella es una buena actriz y tiene un gran talento, es perezosa y a veces algo cabezona, pero es una gran persona, siempre alegre. No quiere que nadie se preocupe por ella.

Me negué a hablar de lo dicho o acontecido en aquel momento, me negué a hablar de mí misma o a hacer el menor comentario de su opinión, simplemente continué dibujando.

-¿Sebastian me has traído lo que te dije?- me contestó mientras avanzaba hacia mí y me entregaba su foto en mano.

-Y aquí una pinza para sujetarla.- Su sonrisa era pícara, siempre la había sido, pero definitivamente aquella vez era claramente visible. Cuando me fijé en la imagen, el contrato de Sebastian había desaparecido, lo miré y le sonreí.

-Buen trabajo.-

Cuando terminé de hacer todo el contorno del dibujo, que me llevó toda la tarde, miramos la exposición en general, y todo había quedado perfecto; eran las 7.30pm. Teníamos tiempo de sobra ir a arreglarnos. Sebastian se fue primero diciendo que tenía cosas que hacer y yo me llevé el coche de nuevo a casa. Quedamos a las 8.50 en la puerta para abrir a los invitados. Cuando llegué a casa él no estaba. Me metí de nuevo en la ducha y me cambié. Me puse un vestido corto marrón, negro y blanco, la falta estaba compuesta por volantes de unos 5 ó 6 centímetros de ancho hasta la mitad del muslo; me puse unos tacones que tenían unas cintas para abrocharlos a lo largo del gemelo y me hice un moño  que se sostenía con unos palos chinos con flequillo y un par de mechones, me pinté y cogí un bolso de vestir. Yo estaba lista, pero ¿y Sebastian?
Bajé las escaleras y vi que eran y media, en 5 minutos tenía que irme y fue sentarme en el sofá y subirse Kuro, tras su cena, cuando él apareció.

-¿Dónde has estado?

-Resolviendo unos asuntos para poder estar aquí esta noche.- me sorprendió que dijera eso. El caso es que abrió la puerta y me invitó a salir primero. Él iba de traje, pantalones de vestir, camisa blanca y chaqueta negra, se sentó en el coche y me miró. Después arrancó y fuimos hacia la sala.

Aparcar nos costó un poco más que esa misma mañana, pero bajé del coche y Sebastian se fue al parquin a dejarlo allí. Entramos primero nosotras dos, seguidas por los demás y los guiamos hasta la puerta, cada una abrió una puerta mientras dimos la bienvenida a todos. En seguida todos se esparcieron y vieron con detalle cada uno de los cuadros. Claudia se fue a explicar sus esculturas y a resolver dudas mientras yo me senté y continué con el dibujo de Sebastian, de repente su voz estaba tras de mí.

-¿Desde cuando llevas ahí?- le pregunté sin girarme

-Acabo de llegar, señorita. He de decirle que odio las máquinas del parquin, cada vez más complejas e inútiles.- sonreí al escuchar ese comentario.

-Por cierto, tu entrada está en la mochila de ensayo, acuérdate de sacarla mañana para llevártela…

-Lo haré en cuanto lleguemos a casa.

Después se quedó mirando atentamente como dibujaba. Él siempre estaba ocupado y nunca se había fijado en como lo hacía, no era diferente a otros, pero supongo que hasta los demonios tienen eso llamado curiosidad. Sin darme cuenta una multitud se había agrupado allí, incluida Claudia. Me sentía muy observada y a la vez me estaba muriendo de la vergüenza, pero no podía inmutarme. Entonces una niña rompió la tensión.

-¿Es usted, verdad señor?- la pequeña tiraba de una de las mangas de Sebastian y la miraba con los ojos iluminados

-¿Asique para eso contrataste a Sebastian, eh?-Claudia hizo que todo el mundo soltara algunas sonrisas y comentarios tras el suyo, simplemente sonreí y continué dibujando.

-Qué trabaje para mí no quiere decir que no pueda usarlo como modelo, como podéis observar es una gran inspiración para cualquiera que lo mire, ¿no?- entonces se hizo el silencio y fue Sebastian quien me sonrió.

-La próxima vez avíseme cuando vaya a dibujarme, señorita estaré dispuesto a posar en persona por usted.- alcé mi mirada para verle mientras terminaba de pronuncia ese “usted”. Realmente me lo planteé, no obstante sólo le contesté con un gracias.

Mucha gente se fue tras mirar un rato como dibujaba y picotear algo. Los demás nos quedamos hablando entre artistas hasta que llegó cerca de la una de la mañana, sólo quedábamos nosotros y decidimos seguir la charla en algún pub hasta que a las 2 Sebastian me secuestró y me llevó a casa.

“Mañana tiene ensayo a las 10” Me dijo antes de meterme en el baño, aproveché que me quité el maquillaje para ducharme y ahorrar tiempo mañana.

-Levántame a las 9.30  y ten preparada la mochila con el vestuario y el desayuno para entonces, lo mismo que hoy, prepárame unos bocadillos y algo para merendar. Hasta mañana.- le dije mientras iba del aseo por le pasillo a mi habitación.-Sebastian me  estaba siguiendo para asegurarse que me iba a dormir.

-Así será. Buenas noches, señorita.-dijo para cerrar tras de sí la puerta de mi cuarto

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